
Su trabajo artístico se construye en una base fundamentalmente gráfica, mezclándose las técnicas del dibujo, la ilustración, la pintura y el collage, y en ocasiones técnica digital. El desarrollo básico de la forma está sobre todo enfocada hacia el uso del papel como material base de comunicación que representa metafóricamente nuestra fragilidad y la masificación y bombardeos masivos de información visual contenida en nuestra cultura actual del hiperconsumo y la hipercomunicación.
Mediante su personal manera de comunicación artística, Rh Fernando Halcón nos propone una interesante mirada hacia el medio social actual y hacia la propia individualidad. Sus obras nos muestran aquellas verdades que todo el mundo conoce y que son tácitamente aceptadas y ocultadas bajo la sombra del olvido o tras la tupida cortina de la terapia social, la distracción y la diplomacia: nuestros miedos, el poder sexual y económico, la competitividad, el veloz enriquecimiento o nuestros erráticos movimientos como masa social que nada se plantea, dejando que otros planteen por nosotros nuestras actitudes, vendidas como libres y personales.
Su trabajo artístico se construye en una base fundamentalmente gráfica, mezclándose las técnicas del dibujo, la ilustración, la pintura y el collage, y en ocasiones técnica digital.
El desarrollo básico de la forma está sobre todo enfocada hacia el uso del papel como material base de comunicación que representa metafóricamente nuestra fragilidad y la masificación y bombardeos masivos de información visual contenida en nuestra cultura actual del hiperconsumo y la hipercomunicación.
A través de una incesante contaminación de mensajes verbales, simbólicos, electrónicos e iconográficos y visuales, quedamos expuestos a una domesticación dirigida fundamentalmente a sistemáticas dinámicas consumistas; una domesticación que nos empuja a la parálisis frente a la complejidad, a la amnesia frente al frenesí acelerado de nuestro tiempo y sus procesos: el mercado laboral, la tecnociencia, la creciente producción y el creciente consumo, la exigencias personales de realización dirigidas al individuo, etc.
La obra, tanto pictórica como gráfica, viene a presentarse, en palabras del propio autor, como un espejo donde se reflejan nuestros “monstruos” quedando configurado el proceso artístico como un medio catártico de exoneración aunque también de reconocimiento. La madurez tiene un precio y no es sólo el de la factura del tiempo, es, sobre todo, el de la aceptación de nuestros esperpentos.
El collage o fotomontaje en el que el papel es manejado como las manchas de una pintura, junto con el uso de acrílico, lápices o acuarelas cuando obra así lo precisa, forma un “todo” estremecedor en el que el espectador, lejos de quedar incólume, se ve reflejado y se siente de algún modo parte integrante de esta obra de evidente carácter contemporáneo.
Galería de retratos simbólicos que tratan compleja naturaleza social del individuo en la Postmodernidad
Proyectos similares: