Hay polillas que intentan una y otra vez meterse dentro de una bombilla encendida. Existe una lógica en ellas que las lleva a caer en ese bucle mortal, pues tarde o temprano caen desfallecidas por el constante desgaste energético.
Cuando estoy tumbada en una hamaca en una de esas noches de verano bajo un porche con la luz encendida, observo a las polillas realizando esa danza mortal y me identifico con ellas: me he visto más de una vez en uno de esos bucles mortales, persiguiendo de manera obsesiva lo que no estaba a mi alcance; hasta llegar a la muerte para transformarme en otra cosa.
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