
Fotos con esperas maravillosas, inquietas, melancólicas, desesperadas, serenas... siempre abiertas al enigma de lo que no vemos: la otra parte invisible, aunque venga en camino, aunque ya no exista…
Fotos con esperas maravillosas, inquietas, melancólicas, desesperadas, serenas... siempre abiertas al enigma de lo que no vemos: la otra parte invisible, aunque venga en camino, aunque ya no exista…
Cada una es mundo referencial y, claro, de sensaciones variadas. El conjunto tan dispar me resulta atractivo, la idea, espera, me atrae mucho. En poesía está muy presente en algunos de nosotros. La de ese rincón fascinante con Julia, y como va vestida con ese colorido vivo, rodeada de verdes llorosos, tiene el misterio y la serenidad de una composición prerafaelita. En blanco y negro me gusta la mirada, que no vemos, pura bruma y viento. La de las puertas es otra historia, quizá la espera en la que estamos, están los jóvenes, puertas abiertas que no conducen a nada, nada más que a la espera, si la actitud es la del fotografiado.
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